viernes, 12 de septiembre de 2008

Armando Uribe, poeta: Anhelo la muerte

No ríe ni sonríe. Uno, porque no tiene diente y dos, porque simplemente no le dan ganas. Desde 1998 se ha recluido para preparar su muerte y aunque lo considera ridículo, incluso ha pensado en cuáles serán sus últimas palabras. También en que quisiera tener una muerte banal, como que un gato se le enrede entre las piernas cuando baje la escalera y así caer y morir. Aquí el poeta sacado de un cuadro de El Greco, que no escucha preguntas y gusta de escucharse hablar para ver cuántos errores comete, que todo el tiempo observa “las cosas por debajo, en forma crítica y odiosa, con mucho espíritu de ironía y sátira”, según afirma, y al que los chinchineros suelen visitar por las tardes, como ésta en la que inauguraron nuestra conversación.

Usted debe ser una de las pocas personas a las que le gustan los chinchineros...
Una vez me dijo un chinchinero que no podía salir porque estaba lloviendo mucho y se podían echar a perder sus instrumentos y tenía toda la razón en llamarlos así porque son verdaderos instrumentos musicales. Yo creo que son juglares.

Pero los chinchineros casi ni hablan...
Los chinchineros no usan la palabra pero constituyen toda una cultura que ha permanecido durante milenios.

Conozco personas que los detestan porque el ruido que meten es bien insoportable...
Son personas que se están ganando la vida, otra cosa es lo que ocurre en este Parque Forestal cuando están uno o más tocando tambores en forma completamente monótona durante horas de horas y horas para su propio gusto y disgusto de los demás. Los chinchineros realizan algo que es necesario para ellos y merecen como trabajo y como arte, el mayor de los respetos, aunque disuene para los oídos de muchos.

Y estos niños que se ponen en el parque a tocar tambores...
Tocan tambores, oiga, a veces desde las nueve de la noche hasta las doce de la noche. Incluso de día lo hacen.

Y eso le provoca rabia...
Mire, cuando yo llegué aquí había un tipo que todos los días tocaba el tambor y yo molesto, un día bajé con un bastón y lo puse de vuelta y media y se fue.

¿Le pegó?
No, por favor.

No entendí la expresión “de vuelta y media”, además dijo que bajó con su bastón...
Le pregunte “¿de qué país de África vení?”. Como era rubiecito no le gustó nada. Estaba por su gusto y gana, era un tipo de los que se arranca de su colegio privado, cosa que difiere por completo de los chinchineros.

Bueno, yo he venido a hablar con usted sobre el humor negro...
El humor negro es bastante antiguo. Veinte siglos después o más, aparece con mucha importancia por parte del movimiento dadá y de los surrealistas. Tanto es así que hay una antología hecha por André Breton. Yo he terminado por creer que el humor negro es hijo de la ironía y de la sátira y que también comprende el mal humor y los malos humores.

¿Cómo?
En los epigramas, género remoto, hay zarpazos a otras personas o situaciones que hacen de ellos un humor negro absoluto. Escritores chilenos del siglo XX, como el felizmente vivo, Nicanor Parra y frases del tipo “la izquierda y la derecha unidas jamás serán vencidas”, son en realidad, en su mayoría epigramas y a veces, desgraciadamente en mi opinión, chistes y muchas veces malos. Pero en fin, el humor negro, en el sentido en el que yo entiendo, es una constante en la poesía chilena del siglo XX.

¿Cuál es el lugar del humor negro en la poesía chilena?
En la mejor, el humor negro juega un papel decisivo. Por ejemplo, lo mejor de Neruda para muchos y para mí son las Residencias en la Tierra y en ellas hay un terrible y sórdido humor negro. También tengo mala memoria, a ver si me llega un verso: “Conservo un frasco azul / dentro de él una oreja y un retrato...” y luego sigue en un terrible poema de desesperación relacionado con la grave enfermedad de su hija hidrocéfala. El mismo Pablo de Rokha, cuyo apellido real era Díaz Loyola, ha escrito poemas terribles y cargados de humores malos y malos humores.

¿Vicente Huidobro?
De Huidobro, desde luego, el poema más importante y largo es Altazor y está lleno de humor negro. Estos paracaídas que suben en vez de bajar y estos personajes que aparecen y se encuentra un mundo del cual se entiende muy poco o no se entiende nada es uno de los motivos por los cuales surge el humor negro. Hablo de todas las capas sociales porque somos todos igualmente imperfectos. Hay una frase muy antigua, griega, que dice que lo que da más la sensación de infinito es la tontera humana, empezando por la propia. Los errores, los malentendidos, las fallas, las enfermedades, son todas imperfecciones. Y la muerte es la gran imperfección, a la que todos tenemos que enfrentar y a la que yo enfrento desde mi creencia religiosa, con fe, con la esperanza de la resurrección de la carne.

ZORZALES DESPLUMADOS
¿Cómo resucitaremos? ¿igualitos a lo que somos ahora o mejor?
Mucho mejor. Evidentemente, en el mismo mundo de los que se salvan y los que se salvan son los justos, no se necesita haber sido católico romano porque la Iglesia Católica Cristiana de Roma no es un club para los que se salven. Basta haberse comportado de manera justa en la vida, y hablo de todos los seres humanos, desde el inicio hasta ahora, aunque no haya conocido nada de Jesucristo ni de los evangelios ni de la Biblia ni nada.

¿Imagina el día de la resurrección?
No soy capaz de hacerlo. Es un misterio. Yo no soy aficionado a adular a los papas pero acabo de leer un libro del papa actual escrito cuando era cardenal no más y la verdad es que sin duda es un hombre muy inteligente y muy buen escritor, más que ningún otro papa que haya existido en vida mía. Además, los papas también son imperfectos, sólo son infalibles cuando hablan ex cátedra, o sea, cuando se expresan sobre dogmas y sobre moral.

¿Usted cree que resucitará?
Sé que he cometido toda clase de injusticias. Espero por esperanza pero por mérito ninguno.

¿Se irá al infierno o al purgatorio?
Mire, mi mayor pretensión sería el purgatorio porque resulta que lo del infierno es muy embromado. Sin embargo respecto del infierno yo uso las palabras de un sacerdote francés, muy pobre, de comienzos del siglo XX, que hizo el responso de Proust y que una vez en un gran banquete realizado por una gran señora, que a la vez era el modelo de uno de los personajes de Proust de “En la búsqueda del tiempo perdido”, pues bien... yo siempre hago digresiones y se va el hilo...

Estábamos en una señora que hacía banquetes...
Sí, era muy rica y entonces en la mesa ponía temas y con una campanillita le daba pocos minutos a la gente para que contestara. Una cierta vez, teniendo por invitado al abate Mugnier, que así se llamaba puso como tema el infierno y llegando el turno del abate, que era el último, le preguntó: “¿Monsieur, cree usted en el infierno?”. Entonces contestó el abate: “de creer sí creo señora porque es un dogma de la iglesia pero creo que no hay nadie dentro”. Bueno, yo uso esa frase porque me tranquiliza.

Usted ha dicho que desde 1998 ha decidido recluirse en su departamento para prepararse para su muerte. ¿ Imagina ese día? ¿Cómo le gustaría morir?
He tratado de no hacerlo porque uno entra en el pleno ridículo porque se imagina, quiera o no, las últimas palabras que va a pronunciar y se le ocurren frases para el bronce muy ridículas.

Le da pudor pensar en su muerte entonces...
No, yo tenía una imagen, una metáfora desde que se produjo el golpe de estado en el sentido que preferiría morir por la violencia injusta pero después se me ocurrió que podría ser injusto de mi parte decir tal cosa porque era desear que otra persona cometiera un delito y un pecado, entonces no me lo imagino. Puede ser en cualquier momento, durante esta entrevista o qué sé yo cuándo. No ha sido todavía, cosa que me molesta porque creo que he vivido más de lo suficiente.

¿Anhela la muerte?
Claro anhelo la muerte. Yo soy contrario a los promedios de vida tan largos como existe ahora debido a la medicina, los tratamientos y máquinas. Soy contrario a que aumente el promedio porque a los 65 años ya se ha hecho una vida completa, mucho más a los 70 o 72 que es mi caso. Hay personas que ayudadas por estos procedimientos llegan a los 85 años y siguen como zorzales desplumados, exhibiéndose en público, ya sea en política o en otras materias y encuentro que eso es tremendamente feo. .

¿Pero para qué quiere morir? ¿No le gusta estar aquí, en su departamento, leer, ver a sus amigos chinchineros?
Acepto la vida mientras dure. Hay una frase que es un concepto muy antiguo cuya versión moderna dice “hay que ser pesimista de la inteligencia pero optimista de la voluntad”, es una gran verdad que se aplica a esta época que es una de las peores, sino la peor de las que ha conocido la humanidad porque desde que se lanzaron las dos bombas atómicas en Japón han transcurridos 60 años y 4 meses y desde que eso ocurrió entraron las armas de destrucción masiva capaces de destruir enormes cantidades de seres humanos, si no llegar a destruir el total de la humanidad.

el término de la vida y desaparición del planeta con efectos en el cosmos
Olvidaba que era experto en armas nucleares...
Si se produce una conflagración por accidente por error, que comprometa los arsenales nucleares de Estados Unidos y Rusia, cada ser humano, de los seis mil y tantos millones de personas, tiene encima de su cabeza tres toneladas de TNT. La posibilidad de error está en manos de poquísimas personas y hombres de técnicas que también, desde hace algunas décadas, hacen peligrosos experimentos corriendo el riesgo de producir el fin de la humanidad en su conjunto en términos de la vida en el planeta y que desaparezca el planeta con efectos en el cosmos. Eso aparece en un libro muy serio de un científico inglés de la Royal Academy of Cience que se llama sir Martín Rees.

Cuénteme más...
Hay dos grandes aceleradores de partículas de nano tecnología, es decir partículas de materia de millonésimas de milímetro. Los dos aceleradores están uno en Estados Unidos y otro en la Comunidad Europea y van a realizar varias cosas entre ellas un peligrosísimo experimento que consiste es hacer chocar una partícula ínfima de plomo contra una partícula también ínfima de oro. Bueno, si se los hace chocar a la velocidad de la luz, lo que ya está siendo posible, puede producir un hoyo negro que se tragará no sólo las instalaciones sino que el planeta entero en un hoyo negro con efectos en el cosmos.

Sería una muerte instantánea...
Sería como si estuviéramos conversamos y pasamos a un hoyo negro con efectos en el cosmos.

¿Le provoca temor?
No. Los evangelios, hablando del último día, del día del juicio, dicen que habrán resucitado los muertos y también habrá personas vivas y como eso no ocurre en caso de un hoyo negro, yo dudo que pueda ocurrir. Es decir, dudo que ocurra por razones de fe no por razones racionales. ¿Me explico?

Sí.
Bueno, dice sir Martín Rees que existen 50% de posibilidades contra otro 50% de que se acabe la vida de la humanidad.

Entonces...
Bueno, yo he leído este libro tres veces.

NO RÍO NI SONRÍO
Quiero retomar el tema de su muerte, ya que se ha encerrado a esperarla...
Puede ocurrir de cualquier manera. Como no salgo, salvo a misa los domingos por la mañana, es poco probable que me atropellen o bien que me maten de un cuchillazo. Le voy a decir una cosa curiosa, le preguntaron una vez, creo que la última vez que dio una entrevista, a Raúl Retigg de qué manera quería morir y dijo que querría ser asesinado por una causa propia de los derechos humanos.

Una muerte heroica...
Por supuesto, uno quisiera que no sea trivial la muerte de uno pero debería pensar que ella sea de cualquier manera e incluso desear que fuera de la manera más trivial o banal que se pueda imaginar.

Morirse atorado...
Más ridículo todavía. Fíjese que hay un gato en esta casa que es de una nieta y ese gato cuando yo bajo la escalera se me enreda entre las piernas entonces se me ocurrió en estos días que en realidad una muerte humildemente ridícula sería morir producto de que el gato se me atravesara y me cayera y me matara. Claro, los ideales infantiles son la muerte heroica como la muerte de Arturo Prats. O bien, en épocas más recientes, muertes producto del golpe de estado. Por ejemplo, la muerte del sacerdote Alsina en un puente del río Mapocho en donde le dice al soldado, minutos antes de dispararle, que se acerque para perdonarlo bien mirándole la cara.

¿Por qué no una muerte heroica?
Como quiera que sea, son infantiles estos deseos heroicos o de espectacularidad en la muerte. Así como es ridículo también imaginarse y luego recordarse de frases célebres para decir antes de morir. Todo lo que le vengo diciendo es muy profresoril, ahora para mí sin embargo, es humor negro esto de ser profesoril porque yo no tengo ninguna vocación de hacer clases, cero, y toda mi vida, principalmente cuando he estado desterrado, me he ganado la vida haciendo clases. Entonces me ha venido esta manera y se nota porque me monologo mucho como charlatán o logorréico.

...
Me ha venido una forma de relacionarme con las personas a través de las palabras y buscando, aunque no lo quisiera, dominar la conversación. Y no escuchando mucho, sino que escuchándome a mí mismo para ver los errores que cometo mientras hablo. Eso mismo me pasa cuando escribo, la gran mayoría de lo que escribo está plagado de humores negros.

¿Cómo se manifiesta el humor negro en su obra?
Yo no examino mi obra, pero creo que hay mucho de humor negro aunque no escriba ni hable, porque estoy todo el tiempo tomando las cosas por debajo en forma crítica y odiosa, con mucho espíritu de ironía y sátira, así es que la verdad es que sí, la manera de ser mía es de humor negro.

¿Usted ríe?
En general no, no río, menos sonrío. En general, los últimos años no lo hago porque me he puesto muy desdentado y porque no pienso ponerme dientes para que la calavera tenga dientes postizos. Además no tener dientes lo hace a uno igual que a la mayor parte de la población chilena, del pueblo.

¿Y por eso no ríe?
Lo que me causa interés es la ironía, la sátira y el humor negro, características de los poetas mayores de Chile del siglo XX. No es para incluirme en esta lista, por supuesto, pero resulta que yo he publicado libros que se llaman “Odio lo que odio y rabio como rabio”, y entiendo que ahí algo de humor negro hay, por lo menos en la última frase. “Rabio como rabio”, no me molesten más.

¿Cuándo fue la última vez que rió de buena gana?
No me acuerdo. Debe haber habido alguna ocasión.

Le habrá causado risa la ocasión en la que se le arrancaron de la boca sus dientes postizos en la casa de Gabriel Valdés...
Me los puse porque mi mujer insistió mucho y estando conversando con Gabriel Valdés, después de una comida y en medio de una airada conversación, saltaron mis dientes y cayeron debajo del pie de Gabriel Valdés y yo sencillamente tomé los dientes, me los metí en el bolsillo y seguí con mi diatriba.

¿No se rió?
No.

¿Y después no le dio risa?
Claro que es cómico. Para mis adentros me reí, por cierto.

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