viernes, 12 de septiembre de 2008

Luis Jara, de profesión cantante, animador y buena onda: "Por mucho tiempo fui el Lusho Jara"

A los diez años partió solo a presentarse al casting del Clan Infantil. A la vuelta, en la puerta de su casa cerca del barrio Franklin, lo esperaba su mamá con el cordón de la plancha para cachetearlo. Su primer sueldo lo recibió a los dieciséis años, con ese dinero pudo cambiar los muebles de su casa y ayudar a su madre que se amanecía cosiendo. En la dictadura compartía cámaras con Rodolfo Navech, Cristóbal y la Myriam Hernández. Luchito Jara era la promesa de la canción chilena que demoró nada menos que veintisiete años en obtener su primer disco de Platino con su última producción, “Mañana”. Su miedo por no perder la oportunidad de estar en televisión y ser un famoso cantante lo llevaron a esconderse en los baños cada vez que se le pedía la firma para protestar contra Pinochet. De su actuación en Viña la vez que terminó cantando en el suelo para conquistar al público ni hablar, le da vergüenza, pero lo asume estoicamente, tal como asume toda su historia plagada de infortunios antes de alcanzar la fama que hoy le rodea en Canal 13. Aquí, la conversación que tuvimos con Luis Jara en su escuela de talentos, con la promesa que tardó un cuarto de siglo en concretarse.

¿Era muy pesado don Francisco con los niños del Clan Infantil?
Era distante, lo sentíamos lejos. A mí me daba risa cuando me preguntaban si don Francisco era el que nos llamaba para la casa.

¿Qué te decían tus amigos del barrio cuando salías en la tele?
Todos querían acompañarme porque ejercí una suerte de liderazgo positivo entre ellos. Ir a la tele era como ir a otro mundo, a una realidad bastante más distinta que la nuestra que era mucho más sencilla.

¿Te engrupiste con la tele?
Nunca. Mi sueño era cantar en un escenario y no necesariamente en la televisión. Igual me gustaba todo el asunto de sacar boletas, de iniciar actividades y de ganar ocho lucas mensuales. Imagina que mi colegio costaba tres mil, o sea, para mí ese dinero era una fortuna. Mi primer sueldo lo recibí a los dieciséis años, lo fui a cobrar con mis amigos y con esa plata nos fuimos al cine Alessandri, a ver películas para mayores.

¿Cómo se vivía la situación política del país en el medio televisivo?
Hasta el año 82 no me di cuenta de nada. Recién cuando trabajé en la teleserie “Los títeres” empecé a vivir en un ambiente más politizado porque los actores participaban activamente del tema. Antes, había mucho silencio y temor. No era fácil: el año 83 fui vetado en un canal de televisión.

¿Cuál canal?
Canal 13. De ahí entré a estudiar auditoría a la universidad y en definitivas estuve un año sin pantalla. Hasta ese momento yo vivía de mi plata y parte de mi familia también. Yo ganaba cuarenta mil pesos en la época que el dólar valía treinta y nueve pesos, o sea, ganaba mil dólares a los dieciséis años. Fue rico pa’ mí saber que a esa edad podía cambiar los muebles de mi casa, retribuir de alguna manera todo el esfuerzo que hacía mi mamá cosiendo hasta las tres de la mañana, y el de mi papá, que se levantaba todos los días a las seis de la mañana, aunque lloviese.

¿En algún momento te sentiste ninguneado por venir de una familia sin apellido, más bien de esfuerzo?
Sí. Evidentemente tenía ciertas diferencias con la gente de la televisión; el hecho de llegar en micro, de patear la perra, de no tener recursos ni papás que te auspiciaran... pero esas diferencias me gustaban y a las finales les saqué partido. No te puedo negar que en algún momento quise mandar a algún huevón a la punta del cerro y decirle algunas cosas. Pero sí, la televisión es un medio veleidoso, es un medio donde hay que ser fuerte. El hecho de no haber tenido muchos recursos no tiene que ver con la cuna, con la educación. Mi papá nunca me habría podido pagar una academia, pero siempre estuve en un colegio pagado. A pesar de llegar en micro tenía verbo, me sabía desenvolver bien...

Hablabas de corrido...
Sí.

¿Nunca te has sentido chulo?
Una vez salí con una galla que le comentó a su hermano, que era amigo mío, que encontraba atroz que yo usara pantalones negros y calcetines blanco. Yo no me acuerdo, pero bueno, por mucho tiempo fui el Lusho Jara y está bien. Me cago de la risa aunque en algún momento me molestó, porque nunca me he sentido Lusho Jara.

Bueno ¿y por qué te vetaron?
Porque era muy parado en la hilacha y un día se me ocurrió ir a pelear un aumento de sueldo. La verdad es que fui un poquito contestatario. Ya el año 84 necesitaba volver para retomar mis asuntos económicos y porque no me veía en la universidad.

Pero no te vetaron por razones políticas. ¿Qué pasaba en el ambiente?
Cuando comencé a actuar corrían listas para parar las grabaciones, para protestar. Los actores tenían una formación política que yo no tenía, me asusté mucho y no firmé nada. Yo era muy joven, quería ser artista y no me interesaba involucrarme en nada que tuviera que ver con política. Cuando pasaban las listas me hacía el leso, me escondía en el baño.

¿Nunca se dieron cuenta? ¿No te presionaron?
Nunca me presionaron, todos fueron muy respetuosos conmigo porque igual me querían, porque veían en mí un gallo empeñoso, esforzado. En todo esto tuvo harto que ver el discurso que mi papá me inculcó, en el sentido de que los artistas tenemos que ser universales y no involucrarnos en política.

Independientemente de que quisieras ser artista o de firmar listas ¿Tú sabías que estaban pasando cosas atroces en Chile?
Yo sentía que estaban pasando cosas porque en la universidad, en el año 83, empezaron las protestas. Bueno, la verdad es que me hice el leso y nunca me involucré. Yo me daba cuenta de algunas cosas pero no tenía muy claro lo que pasaba. Además mis padres habían votado por Alessandri y esa era la última información política que manejaba; que Chile necesitaba tranquilidad, orden, control, paz y estabilidad.

Tus papás no lo pasaron bien para la Unidad Popular...
No, mis papás nunca estuvieron en la JAP ni sacaron tarjeta. Era gente con muchas dificultades económicas pero que estaba formateada para participar de una estructura política estable, no de cambios profundos ni de efervescencia. Mi formación política pasó por ahí.

¿Nunca te dieron ganas de involucrarte aprovechando la tribuna que tenías?
Probablemente alguna vez firmé algún papel pero no me di cuenta. Yo tenía otra motivación: yo quería ser artista, yo quería cantar, bailar, actuar...

No querías participar por miedo a perder tu carrera
No quise participar porque mis objetivos nunca han sido políticos.

Seguramente la política no está presente a cada instante en nuestra vida cotidiana pero influye directamente en ella y lo objetivos personales se enmarcan dentro de ese contexto...
No tenía la sensación de que grandes crímenes se estaban cometiendo.

¿Cuándo viniste a caer?
Yo creo que un poquito antes del plebiscito. Ahí tuve conciencia de que tenía que votar... tienes que pensar que hasta antes de eso nunca había votado en mi vida, hasta esa fecha nunca pensé en la necesidad de dar mi voto: era lo que había y por lo tanto había que vivir con eso de la mejor manera posible.

Yo creo que si fuera famosa me encantaría poder utilizar la tribuna que da la popularidad para hacer sentir mi voz y con ello ayudar a más gente...
A ver... (silencio). Aquí había dos bandos y esa sensación fue muy negativa para el ambiente artístico chileno. Lo más cómodo era mantenerse al margen. En Chile si tú te manifestabas abiertamente de un bando o de otro, eras descalificado públicamente. Un gallo de dieciocho años no quiere eso para su futuro, no había una civilidad que te permitiera decir lo que pensabas, era muy difícil.

En ese tiempo en la tele salías tú, Navech, la Miriam Hernández y Cristóbal... de los otros ni hablar...
Muchos dicen lo mismo que tú, que yo era del prototipo de cantantes tipo Navech, frívolos y light, fiel reflejo de lo que pasaba políticamente y tatatatatata... Yo nunca me asomé al Café del Cerro... había mucha discriminación, la diferencia era que nosotros teníamos tribuna. ¿te fijai que no podí identificarte políticamente y a la vez seguir con tu cuento artístico?

¿Por qué no ibas al Café del Cerro?
Es que yo tenía serios problemas de identificación con el charango, la guitarra y el bongo. A mí no me gustaba Silvio Rodríguez, a mí me gustaba Camilo Sesto, Raphael, Nino Bravo. A mí me acostumbraron a escuchar covers y ciertamente varias veces me sentí discriminado por eso, porque se veía como un arte menor, porque no importaba si cantabas bien o no, porque lo importante era “tener contenido”, “cantarle al pueblo”, y eso estaba muy distante de lo que yo quería para mí.

¿Cómo fue tu participación en Avanzada Nacional?
Jamás participé en Avanzada Nacional ni en los reclames del Sí. Había un gallo que cantaba y que se parecía a mí, pero no era yo.

¿Qué votaste para el plebiscito?
Voté que Sí.

¿Y para las presidenciales que siguieron?
Me equivoqué y voté por Büchi. Después me dieron ganas de haber votado por Aylwin porque me pareció mucho más consecuente la campaña. Ahí me di cuenta que la democracia nos hace bien y que todos esos fantasmas que nos habían inculcado no eran más que eso, fantasmas. Voté por Büchi sin tener conciencia de lo que hacía... Y bueno, asumo mis responsabilidades.

¿Crees que el próximo presidente será Lavín?
A todas luces me imagino que sí.

¿Votaste por Lagos o Lavín?
Por Lagos.

¿Y qué te provoca todo lo que ha sucedido en su gobierno?
Yo siento que después de un tiempo es bueno que haya cambios...
Siento que hay que asumir los errores... ¿te puedo pedir un favor?

Sí, claro.
No quiero seguir hablando de quién voté o no voté...
Perfecto...
Yo creo que lo que está pasando son señales claras de que algo no está bien. Desde esa perspectiva, los errores se tienen que pagar porque tienen que ver con muchas personas y es injusto que una sola persona, en este caso el Presidente Lagos, pague todos los platos rotos. Me parece que la política tiene que ir cambiando y en eso los golpes fuertes al ego tienen harto que ver.

Los sufrimientos de Luchito
Hablemos de tu carrera entonces. Recién después de 27 años sobre el escenario viniste a obtener tu primer disco de platino, ¿por qué tu música no cautivó al público durante tanto tiempo?
Porque los intérpretes tenemos que comunicar potentemente y me faltaba algo de comunicador. Yo miro para atrás y a parte de tener buena voz me faltaba una cosita que es lo que me ha dado la televisión; más que tener un look de artista internacional hay que parecer real y yo me demoré en darme cuenta de eso.

¿Eso de parecer real tiene que ver con lo que te pasó en el Festival de Viña, la vez que terminaste cantando tirado en el suelo?
¿Te acuerdas de eso?

Clarito...
Bueno... eso es, había una búsqueda muy ansiosa... yo nunca más he visto ese video...

¿Te da plancha?
Sí, me provoca pudor... pero era la única fórmula que conocía para llegar al público. Después de eso recogí lo que quedó de Luis Jara y me reinventé hasta llegar a lo que soy hoy.

¿Cuál fue tu peor momento artístico?
Después de ese episodio en Viña yo recibí un golpe al ego muy grande. Como cuando quieres hacer bien las cosas y todo se te escapa de las manos. Me fui solo a Estados Unidos por un mes a buscar en todos los rincones, incluso en restaurantes donde cantaba por cuarenta dólares, la oportunidad que necesitaba para poder llegar donde quería. Cuando noté que las puertas en vez de abrirse se cerraban, me vine a Santiago y creí que morir. No quería levantarme, llevaba 19 años de carrera y no había logrado nada. La prensa habló de mi sobreactuación, me quedé sin compañeros de gira, me endeudé en muchos millones de pesos y llegué a mi casa sin nada. Después vino una oferta para conducir “Cuánto vale el show” con ternos prestados... pero bueno, había que pagar el arriendo, tenía que mantener a mi familia.

¿Por qué todo te ha costado tanto?
Porque es mi historia, porque es mejor así, porque ya me acostumbré a ser hijo del rigor, porque recién hoy estoy sintiendo claramente la respuesta a un esfuerzo de años. Cuando voy para atrás me digo: “está bien Jara, recibe los aplausos y disfrútalos porque no siempre los recibiste así”.

Llevas 27 años en la televisión ¿te sigues impresionando de lo que pasa en el llamado “ambiente”?
Sí. Hoy la televisión es muy exitista, de resultados inmediatos, por lo que se hiere y descalifica mucho por un afán de notoriedad. Es triste porque se pisotea mucho y se compite con malas armas. Lo que pasa hoy me impacta mucho más de lo que pasaba antes.

Debe ser angustiante ver tanta gente dispuesta a hacer cualquier cosa por ser famosa..
Es angustiante y a veces te sentís sobrepasado, porque a parte de tener un disco o de luchar por las tuyas tenís que competir con cosas que son incompetibles.

¿No te ha complicado el cambio de Chilevisión, un canal más pro, a Canal 13, una estación católica? ¿Te han pedido que no te refieras a algunos temas, que seas cuidadoso?
Hay que tener criterio para tratar algunos temas: eso es así y hay que respetarlo. Tengo muy claro donde estoy y sería ridículo pensar que voy a llegar a cambiar la línea editorial de Canal 13. Sin embargo, de alguna manera mi llegada ha generado la posibilidad de abrir espacios para conversar ciertos temas que antes no se conversaban, como lo que pasó con Passalacqua.

Cuando se colgaron de la entrevista que le hicimos en The Clinic...
Exacto, y es que creo que todos los temas se pueden tratar dependiendo del escenario y de cómo lo hagas. Yo me tengo que ganar un espacio en Canal 13, tengo que darle confianza al canal de que siempre va a primar un ánimo de respeto.

Muchos te consideran de profesión buena onda...
Eso más que como una crítica lo tomo como un halago, porque no sé ser de otra manera.

¿Qué te pareció el episodio Salas-Doggenweiller?
Marcelo podría haberse expresado internamente, sin salir al aire y dejar la cosa hasta ahí. Por otro lado creo que hubiera sido más fácil si Jorge y la Karen hubieran dado las excusas correspondientes y punto, lo demás es papita pa’l loro. Desde los dos escenarios pude haber cometido los mismos errores, no soy quién para juzgar.

¿Tienes inquietudes intelectuales? ¿lees?
Yo soy netamente artista y mis inquietudes van por el lado de la estética, de las comunicaciones; soy amante del cine, tengo una memoria privilegiada que me permite hablar del cine de los años cuarenta en adelante. Tengo poca paciencia para leer, soy demasiado introvertido, no soporto mis silencios.

Si tu vida fuera una película ¿qué género sería?
Sería una dramática, que ojalá tuviera un final feliz, en la que la gente pudiera emocionarse, salir fortalecida. Sería una película esperanzadora, una linda película que te hiciera pasar con facilidad de la risa al llanto, tal como me ha sucedido a mí en mi vida.

¿Y la película tendría tu música como banda sonora?
Sí y además tendría escenas de amor muy potentes.

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